Friday, July 14, 2006

otro relato mio ^^

hola ^^ aqui dejo un nuevo relato que termine hace poco. espero que si alguien lo lee me deje algun comentario. =)

****La muerte de un hada ****

La cruel polución, seguía propagándose desde antaño sin detenerse, cada vez mas corrosiva, lenta pero voraz. Una densa niebla de humo, invadía todo aquel jardín cercano al bosque, en donde se encontraba el hada desgraciada, levemente cegada por los tóxicos que la privaban de una vista clara; a la vez, que las secuelas de niebla oscura, casi imperceptible para al ojo humanos pero completamente espesa para ella, se le colaba por el organismo a cada respiro, envenenándola con un continuo descaro.

El sonido agudo y ensordecedor, del motor de los autos que transitaban por las cercanías, era para ella como el canto mortal, que entonaba uno de sus lentos asesinos, anunciándole su raudo deceso. El hada ya no irradiaba su mágica luz, ni mucho menos exhibía sus radiantes y alegras colores. Aquella afección que estaba acabando con todos los de su especie, la había consumido poco a poco, despojándola de su belleza, y dejando en su lugar, un ser enfermizo, de semblante mortífero, blanco translucido y que casi se caía a pedazos.

Agitó las alas en un ultimo y desesperado intento; quería llegar hasta una de las relucientes rosas carmesí que tanto le recordaban la vigorosidad que una vez poseyó. Levantó vuelo a duras penas, pero su cuerpo estaba tan desgastado, que una de las alas se desprendió de su espalda, ocasionándole un agudo dolor. Amenizó aun mas el vuelo hasta que logro llegar a su destino, y se dejo caer sobre los suaves pétalos, ultima y piadosa alegría.
El sopor que le invadía, comenzó a intensificarse; ya no podía mas. Se acomodó en el que seria su ultimo lecho y dando un respiro terminante de la cruel ponzoña que le había estado absorbiendo la existencia, su espíritu la abandono. Ahora formaría parte de la naturaleza, su esencia, estaría en las flores, árboles y bosques; agradable eternidad, si no fuera porque su mismo asesino, seguía extendiéndose con su conocida calma, hasta ir consumiendo también poco a poco, a la sagrada naturaleza.


Escrito por: frangeline Guido.

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