Saturday, January 17, 2009
!!!!!!Habemus Watchmen!!!!!!!
Como lágrimas en la lluvia......
La Mejor Escena de Blade Runner
Adoro a Rutger Hauer. Me encantó en Lady Halcón, me emocioné cuando descubrí que Anne Rice se había inspirado en él para su archi-super famoso vampiro Lestat (que por cosas de la vida es de mis personajes literarios favoritos;) de ahí la emoción) y por supuesto, no podia ser de otro modo, me fascina en su papel del replicante más humano de todos los tiempos. Para mí, ésta es una de las mejores escenas del cine. El broche de oro del film. Blade Runner me gusta en su totalidad, pero esas últimas secuencias con el personaje Roy Batty diciendo lo que dice me pone los pelos como escarpias. y es que: "Yo... he visto cosas que vosotros no creeríais... atacar naves en llamas más allá de Orión, he visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la puerta Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir". No puede dejar inpávido ni al espectador más duro. La secuencia inspira una fascinación emocional y contradictoria difícil de describir, en ese papel de ser artificial que parece amar y valorar la vida mucho más que algunos humanos. Para quienes disfruten de la ciencia ficción o el cyberpunk, Blade Runner del director Riddle Scott y basado en el libro Sueñan los androides con ovejas electrónicas, es un clásico del género que no hay que dejar de ver. (recomendado también para aquellos que quieran ver a Harrison Ford sin arrugas, antes de los cuarenta, sin látigos, chaquetas piel, arcas perdidas, o chewbaccas de acompañantes XD).
Friday, December 26, 2008
Otomen de Aya Kanno
Edición original: Otomen Vol. 1 JAP
Fecha de edición: diciembre de 2008
Guión: Aya Kanno
Dibujo: Aya Kanno
Tinta: Aya Kanno
Color: Blanco y negro
Formato: Libro rústica, 200 págs., Blanco y negro.
Monday, March 05, 2007
Relato: Mí Despertar
Pero al fin de cuentas sólo resultan ser invenciones de mi conciencia traviesa y eterna.
Ahora estoy aquí en pleno siglo XXI, recostada en un sofá victoriano de tapizado crema con un portátil a mano (sólo me faltaría la común taza de café al lado, pero no creo que le haga ningún bien a mi delicado y selecto organismo), en mi nuevo departamento ubicado en los suburbios, cómodo, íntimo, y completamente adaptable a mis necesidades. Nadie pondría en duda que soy una típica joven americana de no más de diecisiete años.
Me he adaptado muy bien debo confesarlo, aunque tengo que cuidarme de no reír muy fuerte o mover demasiado los labios al hablar, pues en estos tiempos no resulta nada estético tener colmillos largos.
Nunca se me abría ocurrido en mi larga vida —si puede llamársele así— que estos tiempos serian tan perfectos para mi naturaleza, que me brindarían tantas oportunidades; que una época fuera capaz de acogerme de la manera mas sublime sin las antiguas complicaciones. Ah..., si mis amigos de la infancia pudieran ver las maravillas de hoy en día. Si pudieran, no serian mortales.
En fin me presento, mi nombre es Monique, y os voy a contar como fue mi despertar... Mi despertar de la muerte.
Recuerdo que mi conciencia volvió fugaz y con fuerza, rápida cual vorágine como si alguien hubiese derramado un cubo de agua helada en mi rostro. Tenía el cuerpo completamente estirado, con las piernas extendidas y los brazos cruzados sobre el pecho. Me hallaba engorrosamente entumecida. Abrí los ojos y parpadeé por unos instantes; todo estaba oscuro, ni rastro de alguna leve filtración de luz.
Intente moverme, pero mis brazos no lograron deslizarse más allá de unos centímetros; probé con las piernas, pero mis rodillas chocaron con fuerza contra el duro material que me cubría. En ese momento la angustia se apodero de mí, ¡estaba encerrada en un espacio minúsculo! Comencé a golpear con puños y piernas, desesperada, consumida por el miedo. Mi subconsciente decía que en poco tiempo ya no podría respirar, que me ahogaría.
Enorme sorpresa me llevé al notar que no sucedía, que no me ahogaba, que la tierra ya se había colado por mi garganta y que no me afectaba, que lo que en realidad me desquiciaría casi hasta la rotunda locura seria otra cosa, un llamado... una sed.
Al principio fue como una necesidad, un clamor incesante que se extendía por mis venas invadiendo poco a poco cada partícula de mi ser. Después se convirtió en deseo, un deseo furioso y cruel que me quemaba intensamente. Lo necesitaba, lo quería, lo anhelaba..., ¿pero que?, No lo sabia, no tenia la menor idea, sólo debía salir de aquella estrecha prisión y mi instinto me llevaría, el me daría lo que necesitaba.
Como si una fiera primitiva se hubiera despertado en mi interior, comencé entonces a revolcarme desesperada. Recuerdo que golpeé de nuevo sin detenerme, incluso hasta que mis miembros comenzaron a escocer y luego a sangrar. Pateaba con furia, empujaba con impaciencia. De alguna manera sabia que lo lograría, presentía que mi cuerpo contaba con la fuerza suficiente para liberarme, y era verdad. Tan sólo segundos después, el mármol que me encerraba comenzó a ceder, a cuartearse y finalmente a romperse. Aparté la tapa sin mucho esfuerzo y un montón de tierra húmeda y fría se precipito contra mí —Pero si un sarcófago de puro mármol no había podido conmigo aquello tampoco me detendría—. Con dedos y uñas comencé a cavar hacia la libertad, sentía como si estuviera naciendo de nuevo, abriéndome paso en el interior de mi madre hacia la vida. Al fin, un rayo de luna traspasando mi tumba de tierra me indico que ya era libre. Al salir me tambaleé un poco, estaba débil por el esfuerzo. Aguardé un par de segundos sin moverme y luego comencé a dar pequeños pasos. Inhalé intensamente, purificándome; no había necesitado respirar, pero ya que nada me lo privaba no iba a desaprovecharlo. Me sentí más vigorosa, mas dispuesta para saciar mi sed.
El viento se estrellaba contra mí, moviendo con gracia mis castaños cabellos y ondeando ligeramente el vestido blanco y sucio que me cubría. La luna resplandecía con placer reflejándose en el verde de mis ojos e iluminando mi piel mortecina. Comencé a deambular cual espectro por aquel lúgubre lugar lleno de imágenes, lodo, hierba y catacumbas; caminé sobre ellas pensando en los desgraciados que continuaban dentro, aquellos que no habían tenido la fuerza suficiente para abrirse paso entre la muerte.
Algo dentro de mí había cambiado, y aunque ligeramente, también se reflejaba en mí exterior. En la avanzada hacia una primera presa, descubrí que podía escuchar cosas que antes no. El simple cantar de animales nocturnos llegó a hacérseme insoportable, y sentía el lejano aullar de los lobos como si se emitiesen justo detrás de mis oídos. También podía percibir los olores con mayor facilidad, en aquel momento me embargaba la humedad, una hediondez mortífera, el hedor a viejo, a tierra podrida; quise percibir la sangre, pero en aquel decrepito campo santo todo estaba muerto, seco.
Físicamente, mi piel se había tornado mucho mas blanca de lo normal, casi translucida; las venas se notaban con facilidad como delgados y palpitantes hilos sujetos dentro de la carne y sobresalían de manera evidente pero sutil. También me llevé una sorpresa cuando me rompí la lengua al sentir los filosos colmillos de los que ahora soy propietaria. ¡Oh!, Colmillos, para mí, uno de los sellos indiscutibles del vampiro. Con ellos obtenemos nuestro exquisito alimento fácilmente, limpiamente y sin mucho estrepito. Con grácil elegancia, logramos que la sangre ajena fluya caliente y viva por nuestra garganta, con el simple gesto de clavarlos sin vacilación en el cuello de la presa elegida.
Al poco tiempo de mi andanza entre la penumbra de un bosque marchito y un camino yermo buscando alimento, llegué al miserable pueblo del lugar. Quedaba bastante alejado del cementerio de donde había renacido. Al principio estaba tan confundida y embriagada por mis nuevos instintos y mi insufrible hambre, que no repare en preguntarme lo extraño de mi situación, pero en cuanto entre en contacto con aquel lugar, recuerdos claros como el agua llegaron a mi cabeza de manera inconstante y rápida.
Primero, aquella silueta corpulenta y a la vez huidiza asechándome entre las sombras; desorientación, trémula confusión, luego un agudo dolor en la garganta y el líquido rojo y caliente derramándose por mi cuello. A la final oscuridad, oscuridad hasta que desperté dentro del ataúd.
En ese momento de lucidez comprendí que aquellas personas —los habitantes del pueblo— me habían enterrado viva presas del pánico y del miedo ante seres de la noche. Optaron por acabar de raíz con todo aquel que fuera mordido. Recordé entonces que antes de mi muerte mortal, yo había sido testigo de algunos de aquellos actos; emprendí un viaje atrás en mi mente y pude ver de nuevo aquellos cuerpos sin vida, con expresiones aterradoras y completamente vacíos del líquido vital. Me vi además huyendo de casa entre la oscuridad de la noche y la espesura del bosque, y de nuevo la sombra. Sacudí la cabeza y volví a la realidad.
Todo estaba solitario, las calles despejadas, las puertas bien cerradas y un silencio atronador acompañado del silbido del viento lo invadía todo. Mi hambre se incrementaba con violencia y mi conciencia se diluía poco a poco. Sin saber bien lo que hacia y conducida por un instinto casi animal, avancé rápidamente olfateando la sangre: Me dirigí a una casa no muy grande pero familiar, y con una agilidad innatural salté y llegué hasta el balcón. Observé por la ventana con sigilo durante unos instantes y después sin poder contenerme más, irrumpí en la habitación y me lancé contra el cuerpo masculino y fornido que dormía en la cama. El hombre forcejeó y se defendió con todas sus fuerzas, pero para mi no era nada, para mi nueva naturaleza no era nada.
Al momento de alimentarme observé con claridad su rostro, era Steve mi prometido, por él había huido, por él me había arriesgado, y él sin embargo me había abandonado a merced del mal. Tensé mis labios con malicia y le mostré los filosos colmillos mientras sonreía; lo mire profundamente disfrutando su pánico y su miedo, llenándome de la adrenalina que rápidamente se esparcía por cada partícula de mí. Mientras, lentamente sosteniendo su cabello con mis manos, me acerqué a la vena palpitante que me llamaba con descaro y le hinqué los colmillos con garró.
Ah… que placentera fue aquella primera vez. Bebí y bebí sin control dejándome llevar por el éxtasis y la dulce sensación. Borbotones de sangre cálida me llenaban cual postre único y exótico, trazando un camino desde mis labios, boca, garganta; esparciéndose luego por todo mi cuerpo, brindándome una novedosa existencia. En ocasiones despegaba mis colmillos y me arqueaba para disfrutar entre jadeos. En esos momentos, la sangre que se deslizaba por la comisura de mi boca, salpicaba manchando las blancas sabanas y ofreciéndome un espectáculo que descubrí, me encantaba. Mi querido prometido ya no oponía resistencia alguna y yo seguí alimentándome de su sangre hasta saciarme y quedar completamente satisfecha.
Y esa fue la primera vez que probé el líquido carmesí vital, ahora es mi alimento favorito, mi vicio, mi mayor necesidad. No creo que nunca, aunque pasen milenios sobre mí, pueda cansarme o aburrirme de el.
En fin ahora tengo que dejarlos, el intercomunicador del apartamento esta sonando, seguro es Steve que ha venido a buscarme para ir juntos a dar una vuelta por la ciudad, además... ya es hora de comer.
Sunday, September 03, 2006
La Colera de Nebulos: La Maldición
Friday, July 14, 2006
otro relato mio ^^
****La muerte de un hada ****
La cruel polución, seguía propagándose desde antaño sin detenerse, cada vez mas corrosiva, lenta pero voraz. Una densa niebla de humo, invadía todo aquel jardín cercano al bosque, en donde se encontraba el hada desgraciada, levemente cegada por los tóxicos que la privaban de una vista clara; a la vez, que las secuelas de niebla oscura, casi imperceptible para al ojo humanos pero completamente espesa para ella, se le colaba por el organismo a cada respiro, envenenándola con un continuo descaro.
El sonido agudo y ensordecedor, del motor de los autos que transitaban por las cercanías, era para ella como el canto mortal, que entonaba uno de sus lentos asesinos, anunciándole su raudo deceso. El hada ya no irradiaba su mágica luz, ni mucho menos exhibía sus radiantes y alegras colores. Aquella afección que estaba acabando con todos los de su especie, la había consumido poco a poco, despojándola de su belleza, y dejando en su lugar, un ser enfermizo, de semblante mortífero, blanco translucido y que casi se caía a pedazos.
Agitó las alas en un ultimo y desesperado intento; quería llegar hasta una de las relucientes rosas carmesí que tanto le recordaban la vigorosidad que una vez poseyó. Levantó vuelo a duras penas, pero su cuerpo estaba tan desgastado, que una de las alas se desprendió de su espalda, ocasionándole un agudo dolor. Amenizó aun mas el vuelo hasta que logro llegar a su destino, y se dejo caer sobre los suaves pétalos, ultima y piadosa alegría.
El sopor que le invadía, comenzó a intensificarse; ya no podía mas. Se acomodó en el que seria su ultimo lecho y dando un respiro terminante de la cruel ponzoña que le había estado absorbiendo la existencia, su espíritu la abandono. Ahora formaría parte de la naturaleza, su esencia, estaría en las flores, árboles y bosques; agradable eternidad, si no fuera porque su mismo asesino, seguía extendiéndose con su conocida calma, hasta ir consumiendo también poco a poco, a la sagrada naturaleza.
Escrito por: frangeline Guido.
Thursday, July 13, 2006
algunos proverbios chinos ^^
Italia se alza como campeón mundial en alemania 2006 ^^
Friday, March 31, 2006
mi relato publicado en este blog
Ya no había nada que hacer, ni siquiera la gran orden Strennus, principal ente político de relaciones intergalácticas pudo ayudar en mucho, se había desintegrado por completo; todo el avance logrado por miles de años se había perdido por completo en unos instantes. Esta predecible situación se había suscitado por las innumerables y constantes diferencias entre los principales mandatarios de los planetas más importantes e influyentes de la galaxia. Las relaciones eran tensas e intolerables, lo que dio paso a las guerras de kruum.
Azunv era el primer planeta. Además de ser el más importante y pudiente de todo Strenuus, contaba con la tecnología mas avanzada, así como con los mejores científicos e investigadores. Estos que sobresalían entre la población como los habitantes de mas nivel social después de la familia real, debían ser protegidos a toda costa. Se implemento un plan de evacuación en el cual los científicos e investigadores serian enviados a planetas en galaxias lejanas, planetas pequeños y sin importancia, en los cuales podrían ocultarse hasta que todo aquel caos terminara y volviera a restablecerse la orden galáctica. Por lo menos eso era lo que se esperaba.
Por su parte la familia real ya había sido retirada. Eran los principales objetivos de sus enemigos. Se decidió que la forma mas hábil de preservar sus vidas, era enviándolos a todos a diferentes planetas, para así, en caso de que alguno fuera localizado no pondría en riesgo la vida de los demás miembros de la familia.
Así la reina y su hermana fueron enviadas al planeta Misclar en la galaxia de Croartis, de donde era originaria su abuela materna, un planeta pequeño y pacifico sin tratados intergalácticos y alejados de políticas. Otros miembros, fueron trasladados a bases secretas en galaxias recónditas, en donde se encontraban aliados camuflados que se encargarían de ocultarlos y protegerlos.
Por su parte el más importante, el primero en la línea de sucesión a la corona, el príncipe vaungth, fue llevado a un planeta aun mas distante y desconocido en una enorme galaxia. Un planeta conocido solo por ciertos entes importantes. Planeta que según investigaciones realizadas por científicos de Azunv, era llamado por sus habitantes Tierra. Los pocos estudios y escasos conocimiento que se tenían sobre este planeta, revelaban que estaba en una galaxia lejana muy extensa. Sus habitantes no eran muy inteligentes y algo primitivos. también se pudo determinar, gracias a investigaciones mas profundas, realizadas por exploradores espaciales de la E.E:A, los cuales se habían aventurado a visitar este planeta, que estos seres autodenominados "humanos" tenían la fuerte convicción de ser la única raza o vida inteligente que habitaba todo el universo. Los humanos que además gozaban de una tecnología muy pobre, y poco avanzada, no tenían ningún tipo de capacidad especial o sobresaliente.
Sin embargo pese a todas las nefastas características de la tierra y sus habitantes poco evolucionados, era el planeta indicado para ocultar y proteger a su alteza el príncipe Vaungth. Sus pobladores se mostraban escépticos a la existencia de otros seres, por lo cual no estaban en guerra al desconocer la existencia de otros. Además los enemigos nunca pensarían que los Azunv esconderían a su único sucesor directo al trono entre un grupo de seres primitivos e instintivos. Pero aun así y si en tal casos se les ocurriera buscar allí, la tierra era un planeta enormemente grande con mares inmensos, altas y abundantes extensiones montañosas, grandes parajes y diferentes pueblos. A lo que además se les unía su lejana ubicación y la difícil vía de acceso para llegar el, lo cual suponía el escondite perfecto.
El príncipe vaungth, no fue enviado allí solo. Como todos los demás integrantes de la familia real, se encontraba bajo la protección de un agente galáctico de asuntos especiales. Encargado de velar por su supervivencia.
El agente de Vaungth era su gran amigo de la infancia Algort, compañero fiel y aliado en aventuras, con el que había compartido muchos momentos de su vida. Era su amigo, compañero, fiel aliado, lo más cercano que tenía a un hermano, y ahora ambos se encontraban embarcados en una incierta aventura, una aventura más de las tantas que ya habían tenido. Una aventura peligrosa, en un lugar totalmente desconocido. En donde ellos sin saberlo dejaran secuelas. Ayudando así a salvar su planeta azunv de la latente y segura perdición. Lo olvidado en la tierra será su última esperanza.